Volumen 21 - Número 3 - Julio - Septiembre 2013
Viento a favor en mitad de la tormenta

J. García Arumí
Jefe de Servicio de Oftalmología del Hospital Valle Hebrón de Barcelona. Instituto de Microcirugía Ocular (IMO). Barcelona

CORRESPONDENCIA
J. García Arumí
E-mail: jgarcia.arumi@gmail.com

Es innegable que corren tiempos extraños y difíciles. La omnipresente crisis afecta todos los sectores de la sociedad, con especial mella en nuestra profesión.  A los oftalmólogos la crisis nos ataca por varios frentes; en la sanidad pública los recortes han disminuido el gasto farmacéutico, el gasto en material y el gasto en personal aumentando considerablemente las listas de espera. En la sanidad privada también se ha dejado notar, las mutuas aprietan un poco más el cinturón y la bajada de poder adquisitivo ha hecho que muchos pacientes no puedan costearse una sanidad privada. En conclusión, sí, estamos en mitad de una tormenta, aunque peor que la crisis es la ola de pesimismo que corre por nuestras consultas y despachos, es probablemente más dañina que la propia crisis.

La ciencia, la oftalmología y la retina en particular tienen muchos motivos para descartar los malos augurios, razones para ser optimistas y mirar los años venideros con otros ojos (nunca mejor dicho). Hace algunos años  los retinólogos diagnosticábamos con una lente y como máximo con una angiografía, el único tratamiento que disponíamos era el láser y aún recuerdo que algunos pacientes intervenidos de retina se quedaban ingresados toda una semana. Ahora corren mejores vientos, desde hace algunos años disponemos de sistemas de diagnóstico muy certeros, sistemas de cribado y telemedicina que nos ayudan a un diagnóstico precoz, métodos quirúrgicos más precisos y, lo más importante, por primera vez disponemos de tratamientos eficaces para tratar las principales causas de ceguera en nuestro país, el edema macular diabético en pacientes menores de cincuenta años y la degeneración macular en los mayores. Todavía queda mucho camino hasta encontrar la cura definitiva de estas enfermedades pero nuestro escenario ha cambiado radicalmente, personas que se quedaban ciegas en cuestión de semanas ahora mantienen visiones útiles durante años.

Desde el punto de vista de la retina estamos en un momento de expansión y bonanza. Lo difícil es saber aprovechar este viento favorable en mitad de lo que nos rodea. Para este fin son importantes tres estamentos, la sociedad en general y los pacientes en particular, las administraciones públicas y la sociedad oftalmológica.

La sociedad general debe conocer la importancia de las enfermedades de la retina, aquí nuestra aportación es imprescindible mediante campañas de sensibilización y noticias en los medios, cuanta mayor repercusión tenga nuestro trabajo mejor valoración tendremos y mayor será también la fuerza que podremos ejercer en las administraciones. Se deben promover los sistemas de cribado, contar con los médicos de familia y con otros profesionales que nos puedan ayudar a promover la salud visual.

La administración pública debe conocer con detalle las repercusiones de las enfermedades de la retina. En un momento en el que los políticos tienen un pensamiento cortoplacista debemos hacerles entender que todo el dinero invertido en prevención y tratamiento de las enfermedades es dinero que ahorrarán en un futuro. Una persona ciega cuesta anualmente al estado unos cinco mil euros, sólo en costes directos. ¿Cuántos tratamientos supone eso? Nuestra tarea es darles a entender a los políticos que no deben ni tienen que tomar decisiones solos, los profesionales somos nosotros y nadie mejor que los oftalmólogos para redirigir las inversiones o los ajustes que deban hacerse en nuestro sector, eso sí, teniendo presente que el objetivo es evitar cegueras y nunca, en ningún caso, ahorrar dinero.

Por supuesto los oftalmólogos en general y los retinólogos debemos adaptarnos a los nuevos tiempos, es imprescindible la elaboración de protocolos de seguimiento y tratamiento para nuestra patología. Quedaron atrás los años en los que ejercíamos nuestro trabajo artesanalmente y de forma intuitiva. El aumento de la prevalencia de la degeneración macular y de la diabetes debe hacernos cambiar nuestra manera de actuar, por supuesto debemos llegar a la individualización de los tratamientos, pero de forma reglada. Los protocolos tienen como objetivo tratar un alto número de pacientes ahorrando costes, puntos imprescindibles actualmente. ¿Añadiríamos algo más a este cambio de mentalidad?  Sí, imaginación y optimismo. Estos ingredientes son los que componen la esencia de la investigación que es, a pesar de los tiempos, nuestro principal aliado para salir de la crisis. De la misma manera que hoy en día se promueve a los emprendedores, los oftalmólogos debemos ayudar a nuestros investigadores, es una tarea difícil pero con ello ayudamos no sólo a los pacientes sino a toda la sociedad. En una investigación fructífera se crean patentes, empresas, puestos de trabajo y además se evitan cegueras.

En  conclusión y acabando con el símil marinero os invito a tomar con fuerza el timón, existen vientos favorables y tenemos que ser capaces de llevar nuestro barco a buen puerto.